Entrevistamos a la doctora Cristina Santomé, miembro del Grupo de Trabajo de Metodología Docente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) e integrante del Grupo de Investigación RENACE, que es el Registro Nacional de Centenarios cuya fase piloto se hizo en 2011 con más de 70 centenarios y que SEMG va a retomar en 2025 con el objetivo de avanzar en el conocimiento sobre el envejecimiento activo.
¿Qué le aporta la investigación a un residente o joven facultativo?
Yo creo que a un residente o a un joven facultativo, a cualquiera de los dos, la investigación te permite cultivar un poco la esencia, explorar y desarrollar esa curiosidad que yo creo que nos llevó a todos a ser científicos de una rama u otra, en nuestro caso la medicina, pero que al final es un poco ese espíritu innovador y explorador que hace que las cosas avancen y mejoren. Yo al final no entiendo ciencia sin investigación. Aunque a veces parece que la investigación se ha quedado ahí, como un apartado aparte y especial, que sólo haces eso y luego está el resto de cosas. Pero yo creo que es un conjunto y que es retomar esa idea del científico al que todos soñábamos de niños con ser.
¿Qué aporta un proyecto como RENACE?
A nivel personal creo que tiene un valor incalculable, porque poder contar con los testimonios de estas personas, de estos centenarios que, si lo piensas en frío, han pasado tres regímenes de gobierno distintos, han pasado una república, una dictadura, una democracia y creo que te puede aportar muchísimo el escucharlos y conocer sus historias de vida.
Y luego a nivel laboral o como profesional, en esta época de super especialización, en la que nos centramos mucho en el corazón, en el riñón, etc. y luego vemos el resto, vamos por apartados, esto nos puede devolver, yo creo muy necesaria, una visión global e integradora, un enfoque conjunto de cómo se relacionan los elementos, porque al final estas personas si han llegado a alcanzar esa edad, no es sólo por tener el corazón muy bien o por tener el riñón muy bien o los pulmones muy bien, sino porque han sabido preservar el equilibrio en su conjunto.
¿Cuál es la principal novedad de este Registro Nacional de Centenarios?
La innovación en este caso, si tuviese que destacar alguna, sería el enfoque multidisciplinar, porque queremos contar con los mayores colaboradores posibles: vamos a contar con asociaciones de pacientes, con médicos internistas, con geriatras, porque por una parte esto nos permitiera aumentar el nivel de captación al máximo posible y tener la mejor muestra y más representativa que podamos. Y, por otra parte, también son compañeros que nos pueden aportar su visión a la hora de analizar y de interpretar las variables y yo creo que el enriquecimiento cuanto más mejor. Entonces estamos muy emocionados y con muchas ganas de empezar a ponerlo en marcha.
¿Y por qué se pone en marcha? ¿Cuál es la necesidad? ¿Por qué es necesario realizar un estudio de este tipo?
Por una parte, yo creo que a todo el mundo nos interesa saber cómo llegamos a vivir muchos años, pero yo creo que aquí el mayor interés está en el cómo. Ha habido una tendencia en los últimos años, decenas, incluso centenas de años, a alargar la vida, aumentar la esperanza de vida media y yo creo que ahora esa tendencia está cambiando porque nos estamos dando cuenta de que quizás no es tan importante cuántos años más, sino cómo. De nada te sirve alargar tu esperanza de vida en 20 años si vas a tener unas condiciones de salud muy pésimas que no te van a dejar disfrutar de esos años de vida y a veces incluso pues convertidos en una agonía, como desgraciadamente vemos.
Entonces creo que está cambiando un poco el paradigma y que el objetivo no sea tanto llegar a los máximos años posibles, que también, por supuesto, pero que el foco se centre en la calidad de vida. Creo que ahora la importancia la estamos dando más a la calidad de vida y que yo creo que eso va a ser una ganancia para la sociedad muy buena.
Y cuando descubramos la clave de esa longevidad, de ese envejecimiento saludable, ¿qué vamos a poder hacer con esos resultados? ¿Cómo podemos aplicarlos para mejorar la vida de las personas, de los pacientes?
Pues nosotros nos gustaría que uno de los impactos que tenga este estudio es el de transformar la atención sanitaria geriátrica, optimizar sobre todo la prevención en materias de dependencia, por ejemplo. Ya no sólo de envejecimiento saludable, poder no sólo saber cómo llegar a esos objetivos para poder hacer toda la parte de prevención y de cuidado de salud durante la vida adulta para evitar la vejez, sino que además a la propia población geriátrica le podamos dar las mejores atenciones posibles. Es una manera de conocer sus necesidades y, sobre todo, lo más importante, de anticiparnos a ellas.
El estudio piloto se hizo en el año 2011, cuando se analizaron a más de 70 centenarios, ¿qué diferencias podemos encontrar con los centenarios después de todo este tiempo?
Pues así un poco a ojo te diría yo, porque sin tener ningún dato contrastado, esperamos que las diferencias realmente sean mínimas, porque en las generaciones de 2011 a las que podemos contar ahora no ha habido grandes cambios en los hábitos de vida, en los estilos de vida y de salud de esas personas.
Quizás más los puntos de inflexión han venido en las generaciones de los 70, 80, 90, porque sí que ha habido cambios muy drásticos, fundamentalmente en alimentación, con toda la introducción de los ultraprocesados, ese aumento del consumo de azúcar que hemos tenido en todas las sociedades y los estilos de vida más sedentarios, con el desarrollo de los transportes que ha facilitado mucho la innovación en la sociedad y el desarrollo, pero a nosotros nos ha hecho movernos menos y eso al final nos pasa a cierta factura, como seres biológicos. Entonces, realmente de 2011 a aquí yo creo que no va a haber grandes diferencias. Si hiciésemos este mismo estudio dentro de 50 años entonces creo que sí que se podría ver alguna que otra, pero no creemos que haya mucha diferencia entre unos y otros.
Y dentro de estos centenarios ¿hay mucha diferencia entre vivir en un pueblo o vivir en una ciudad?
Realmente tampoco teníamos unas conclusiones muy claras por la muestra, porque ya en el 2011 quizás que no habíamos hecho el estudio con unas miras tan extendidas, entonces no se podía extrapolar la información. Pero se dejaba entrever que al final el estrés, por ejemplo, la alimentación, el descanso, que en las ciudades puede haber pequeños detalles que se nos escapan en el día a día como la contaminación lumínica, la contaminación acústica y que podemos intuir que eso afecta al final de muchos años a lo largo de la vida de una persona. El estrés por supuesto que es una generación de cortisol permanente que al final también en el organismo va haciendo mella… pero bueno eso no quiere decir que si vives en una ciudad no puedas llegar a los 100 años con una buena salud. Tampoco quiero desanimar a la gente de las urbes.